PRIMERA INQUILINA DE NAVIA

El piso más tranquilo.
Ana Mosquera es la única persona que durmió anoche en la nueva urbanización.
La urbanización de Navia comienza a cobrar vida. Las obras continúan, los jardines todavía no adornan la zona y los establecimientos comerciales brillan por su ausencia. Pero aun así­, a uno de los pisos de la que se ha denominado provisionalmente calle As Teixugueiras, han llegado ya sus dos primeros inquilinos: Ana Mosquera y su perra Shira. "¡Después de dos años esperando, por fin puedo presumir de piso!", exclamaba ella. Aunque Ana comenzó el viernes la mudanza, ya había visitado varias veces su flamante vivienda. "Nada más darle las llaves se vino corriendo a verla", aseguraba su madre, Beni Ucha. Rodeada de cajas y con su perra Shira merodeando por la casa, Ana aprovechó la mañana para traer lo esencial para pasar los primeros días. "Por ahora ya he traído un sofá donde poder descansar, algunos electrodomésticos como la nevera o la cafetera y esta tarde me traeré dos cosas esenciales: el ordenador y la televisión, ya que hoy pienso quedarme a dormir aquí­", confesaba. 90 metros cuadrados Desde la octava planta de su piso de 90 metros cuadrados, Ana se asoma al gran ventanal que preside su salón. "Desde aquí­ se ve el monte Alba, Coia y también una parte de la ría. Es una de las mejores cosas del piso, ya que está muy bien iluminado, aunque cuando lo amueble no creo que me pase el día mirando por la ventana", aseguraba. Y a pesar de que todavía no cuenta con la compañía de ningún vecino, cuenta que "ya ha venido una empresa de limpieza para ver si estaba constituida la comunidad y los buzones se encuentran llenos de publicidad. Folletos de empresas de muebles". Ahora su principal cometido es comenzar a darle vueltas a la cabeza para completar la decoración. Hay mucho espacio para amueblar y todavía no tiene muy claro dónde colocará las cosas: "Eso sí­, lo primero será la cocina y el salón, son los dos lugares donde más vida hago". Aún tiene que comprar todos los muebles - "lo único que hay es un calentador", apunta-, pero en la elección también participará su madre. Beni le hace compañía en todo momento y le aconseja en la decoración de su nuevo hogar. "Es de una gran ayuda. Además, no sólo echa una mano para subir las cosas, sino que también es una magní­fica decoradora", añade Ana. Lo que ahora espera la primera inquilina de Navia con más impaciencia es que comiencen a construir los locales comerciales. "Primero, mejor una cafetería y un supermercado", dice. Y otro deseo: que lleguen vecinos, "aunque bueno, así­ se está mejor, hay mucha más tranquilidad", bromeaba con su madre.
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